lunes, 21 de mayo de 2007

Notas sueltas sobre el negativismo sexual de la cultura occidental

(texto principal de referencia: Ranke-Heineman, Uta. 1994. Eunucos por el Reino de los Cielos. La Iglesia Católica y la Sexualidad. Editorial Trota, Madrid)

Rasgos dominantes de la perspectiva cristiana:

-Asociación del sexo con el pecado, lujuria, degradación y desenfreno;
-Exaltación de la virginidad y la castidad
-Equivalencia de la virtud y la moralidad con la sexualidad

-AGUSTIN: sexo = pecado = muerte
Celibato = maxima virtud cristiana

-El dogma agustiniano del pecado original: el ser humano es por naturaleza pecador, un ser “caído”, y el origen de esta caída es el deseo sexual. Según la interpretación que Agustín hace del Génesis, este “pecado original” es transmitido a toda la humanidad por medio del semen. Esta será la versión oficial de la Iglesia católica hasta nuestros días.

-A Agustín le debemos la desexualización del amor, la escisión amor-sexualidad (que deriva inevitablemente de la noción de que el amor es bueno pero la sexualidad es pecaminosa)

-Según Agustín, Adán y Eva eran como ángeles porque en el paraíso no había lujuria sensual: “No había deseo ni coito, no existía la concepción ni el parto, ni ninguna forma de corrupción”

Los antiguos hebreos fueron los primeros en asociar la sexualidad con la moral (que en Grecia y Roma, por ejemplo, era una cuestión cívica. Es decir, no había concepto de pecado sexual, sino de infracción de las leyes que rigen la sexualidad). Los hebreos antiguos fueron los primeros en relacionar la sexualidad con la maldad y en restringirla estrictamente a actividades procreativas dentro del matrimonio: el criterio era la procreación y la regulación patriarcal de la misma.

Pero a diferencia de los cristianos, para los judíos la virtud sexual consistía en cumplir la Ley divina (el Torah), no en controlar la sexualidad o erradicar el deseo. El judaísmo nunca fue ascético, nunca promovió el celibato ni la condena absoluta de la sexualidad. Ese elemento los cristianos lo recogieron de los estoicos y los gnósticos, filosofías populares en el mundo occidental (de cultura helénica) en los siglos previos a y primeros del cristianismo.

Los cristianos no inventan el pesimismo sexual, pero lo adoptan, codifican y difunden sistemáticamente a lo largo de dos milenios. Es así como, para el S. IV, la virginidad y el celibato (“una costumbre pagana obsoleta”) se han convertido en la máxima virtud cristiana.


Vinculo ascetismo-misoginia:

-La mujer es más carnal, es la tentadora, la que induce al pecado. (etimología de fémina: fe y minus, porque la mujer es que la siente y defiende menos la fe)

-AGUSTIN: el esposo a su esposa “la ama porque es persona y la odia porque es mujer”

-Tomás de Aquino: “Porque en las mujeres hay más cantidad de agua, por eso pueden ser seducidas más fácilmente al placer sexual”; resistir el placer sexual les resulta más difícil porque las mujeres poseen “menos fuerza de espíritu”; el varón tiene una razón “más perfecta” y una virtud “más robusta” (ver Ranke, p.172, 173)

-Elemento central de este discurso es la noción de la mujer como artículo de placer (y su única función válida es la reproducción).

En este esquema, la maternidad se concibe en términos que deshumanizan a la mujer, en la medida en que su única utilidad, según Agustín, es la reproducción (ver Ranke, p.83). Como reitera la encíclica Castii Conubi (1930), la maternidad es “para la esposa de mente sana, la cima de los deseos”.

-La justificación y soporte teológico de este discurso lo da Tomás de Aquino: la mujer es un varón fallido, defectuoso, “mutilado”; la mujer es un defecto “que no se corresponde con la intención de la naturaleza”. El hombre es activo, la mujer pasiva (donde la actividad “le confiere al varón mayor dignidad”); el padre procrea, la madre únicamente nutre su semilla.

Oposición carne-espíritu (placer sexual vs. gracia):

AGUSTIN: El placer sexual es pecado “porque procede del pecado y empuja al pecado”
-“Lo que no puede realizarse sin placer no debe, sin embargo, realizarse por placer”
-“…es buena la relación sexual que se realiza con recta intención (léase: el hijo); pero es pecado si los esposos se entregan al placer” (por tanto, aún entre esposos que no estén tratando de evitar el embarazo, el sexo puede ser pecado cuando uno se entrega al placer “sin medida”)

-AGUSTIN: “Estoy convencido de que nada saca con más facilidad al espíritu de un hombre de la altura que los halagos femeninos y aquellos contactos de los cuerpos, sin los cuales un marido no puede poseer a su esposa”

-Agustín sobre por qué el diablo tentó a Eva y no a Adán: porque el demonio interpeló primero “a la parte inferior de la primera pareja humana”, porque creyó que “el varón no sería tan crédulo, y que se le podía engañar más fácilmente mediante la condescendencia frente al error ajeno (de Eva) que mediante su propio yerro … Mientras ella aceptó como verdad las palabras de la serpiente, él quiso permanecer unido con su única compañera, incluso en la comunidad del pecado”. MORALEJA: el amor a la mujer arrastra el marido a la ruina.

-TOMÁS DE AQUINO: “La continencia permanente es necesaria para la religiosidad perfecta”

Particular repulsa de los célibes frente a las mujeres: Desde la perspectiva de la negatividad sexual y la misoginia, la mujer es el enemigo por antonomasia de toda teología celibataria (Ranke)

Castii Conubi (1930) se refiere al placer sexual en estos términos: “idolatría de la carne”, “bochornosa esclavitud de la concupiscencia”, “vituperio a la dignidad humana”

-Recordar que a lo largo de dos milenios –y hasta finales del siglo XIX- los principales teólogos católicos se la pasaron debatiendo si el placer sexual entre esposos (aún para fines de concebir) constituía o no un pecado venial


Ranke-Heinemann: Juan Pablo II y la cópula por placer:

-Ranke, p.256: “Uno no puede quitarse de encima la impresión de que la constante insistencia en el hijo como primer fin del matrimonio no tiene al hijo como punto principal de mira, sino que más bien pretende cultivar (la obsesión) de los celibatarios: el objetivo de que los casados se abstengan de realizar la cópula conyugal”

Juan Pablo II sigue considerando la anticoncepción “artificial” como una “grave afrenta a la dignidad humana”, para lo cual cita y reitera la encíclica “de la píldora” de Paulo VI:

“El dominio del instinto mediante la razón y la libre voluntad impone indudablemente una cierta ascesis a fin de que las manifestaciones afectivas de la vida conyugal tengan lugar según el recto orden, especialmente en lo tocante a la observancia de la abstinencia periódica… Pero esta disciplina, propia de la castidad de los esposos, lejos de dañar el amor conyugal, le confiere un valor humano más elevado. Sin duda, exige un esfuerzo contínuo, pero –gracias a su influjo benéfico- los esposos desarrollan de forma integral su personalidad, enriqueciéndose con valores espirituales”

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